Así lo revela el informe de resultados realizado por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) con motivo de la Cuenta Pública 2017, en la que se examinaron las condiciones en las que Pemex se deshizo de su participación accionaria en la empresa Ductos y Energéticos del Norte S. de R.L. de C.V. (DEN).
DEN es una compañía creada en marzo de 2014 entre Pemex Transformación Industrial y otra empresa de llamada IENOVA con el objetivo de ostentar la mitad de la operación del gasoducto Los Ramones II, que transporta gas desde la frontera norte al centro del país.
En octubre de 2017, Pemex firmó un convenio con IENOVA cediéndole toda su participación en DEN a cambio de un pago de 258.4 millones de dólares, equivalentes a 4 mil 945 millones de pesos, de los cuales se recibieron 3 mil 152 millones en efectivo y el resto se transfirió al pago de créditos.
En el documento entregado al Consejo de Administración de la empresa estatal para justificar esta operación, Pemex Transformación dijo que la operación de Los Ramones II ya no encajaba con su “modelo de negocios” y que se priorizarían negocios rentables.
“La entidad fiscalizada (Pemex) informó que para incrementar la eficiencia operativa y financiera establecida en el Plan de Negocios 2017-2021, y teniendo como eje rector la rentabilidad, decidió desinvertir su participación en el proyecto Los Ramones II Norte, en el cual participaba de manera indirecta”, indica el informe de la auditoría.
Así el Consejo de Administración autorizó que Pemex se deshiciera de su participación en DEN y con ello concluyera su participación en la explotación del referido sistema de gasoductos.
No ilegal pero… ¿conveniente?
Los auditores analizaron toda la información relacionada con el proceso de desincorporación de Pemex y concluyeron que no se había cometido ilegalidad alguna. Se elaboró un proyecto que cumplió con las formalidades del procedimiento y el mismo fue aprobado por las autoridades competentes. Se revisó con Bancomer el tema financiero sin encontrar irregularidades, y los pagos se hicieron a tiempo.
Además, la operación también recibió el visto bueno de la Comisión Federal de Competencia (Cofece).
No obstante, los auditores destacaron el impacto que en el mediano y largo plazo tendría esta operación en las finanzas de Pemex, por el cual la empresa productiva del Estado dejará de recibir mucho más dinero del que se le pagó.
Para ello la ASF tomó como referencia la información del modelo de valuación que hizo una institución bancaria contratada por Pemex como agente estructurador, como parte de la cesión de su participación en Los Ramones II.
La proyección financiera que contiene dicho informe, resultado del análisis y cruce de ocho variables distintas, arroja que de haber continuado en el negocio de Los Ramones II a través de DEN, Pemex habría recibido en 2026 utilidades por 248 millones de dólares, monto cercano al que obtuvo por vender ahora su participación.
De acuerdo con la misma proyección, para 2042, las utilidades de Pemex en este negocio habrían ascendido a casi 750 millones de dólares, el triple de lo que ahora recibió. Esto ya no ocurrirá pues Pemex se salió del negocio.
“En conclusión, los recursos que Pemex obtuvo de la desinversión se podrían haber recuperado en un periodo de 10 años, 4 meses; sin dejar de considerar que Ductos y Energéticos del Norte, S. de R.L. de C.V. era una empresa rentable y en crecimiento, y que su recuperación estaría sujeta al comportamiento de condiciones externas que son afectadas por variables independientes, como son la inflación y los tipos de cambio”, expuso la auditoría.
En un oficio complementario sobre este informe entregado a Animal Político, la ASF reiteró que Pemex acordó vender un negocio que era rentable bajo el argumento de que ya no era compatible con sus actividades.
¿Y el dinero?
La mayor preocupación de los auditores respecto a esta operación de Petróleos Mexicanos es que se desconoce en qué se usaron los más de 3 mil millones de pesos que se recibieron a cambio de salirse del gasoducto.
De acuerdo con el documento aprobado por el Conejo de Administración de Pemex, la contraprestación que se iba a recibir debería haberse destinado a otras “inversiones estratégicas” que tuvieran una mejor rentabilidad que la del gasoducto.
Pero los auditores concluyeron, preliminarmente, que no hay pruebas documentales que acrediten que el dinero recibido se haya usado en alguna inversión u otra operación. Es decir, no se sabe para que se destinó.
“No se ha acreditado a la ASF que dichos recursos se destinaran a la mejora de la rentabilidad de PEMEX, como fue acordado por su Consejo de Administración”, concluyó la auditoría.
Este informe de resultados es preliminar, por lo que Petróleos Mexicanos aún cuenta con la posibilidad de acreditar el destino de ese dinero, antes de que la ASF pueda promover alguna sanción o denuncia.