Esa es la pregunta que se hacen los ciudadanos de Puebla después de presenciar un acto de vandalismo que parece sacado de una pesadilla. Durante la madrugada del 3 de septiembre, el monumento de la Fuente de los Rotarios, ubicado en el Boulevard Hermanos Serdán, fue brutalmente atacado por delincuentes que mutilaron varias de las esculturas que adornaban este espacio público.
Lo que alguna vez fue un símbolo de compromiso social y esperanza, ahora se ha convertido en un triste testimonio de la creciente inseguridad que aqueja a la ciudad.
Las estatuas, que representaban a un hombre y a varios niños en actitudes de enseñanza y juego, fueron despojadas de sus extremidades de bronce. La imagen es desoladora: figuras que alguna vez irradiaban vida y movimiento, hoy se ven incompletas, vacías, con brazos y piernas cercenados por el afán de lucro de unos cuantos.
Este monumento, inaugurado apenas en mayo de 2023 como un tributo a los valores de Rotary International, fue diseñado para embellecer la ciudad y servir como un recordatorio constante del poder de la colaboración y el servicio comunitario.
El hecho ha causado una ola de indignación en la comunidad poblana. «Es simplemente increíble que algo así pueda suceder en un lugar tan visible y transitado», comentó un residente cercano al monumento.
La ubicación del monumento, en una de las principales arterias de la ciudad y junto a la popular Ciclovía Hermanos Serdán, hacía pensar que estaría a salvo de este tipo de actos. Sin embargo, la realidad ha demostrado lo contrario, y ahora los ciudadanos exigen respuestas y, sobre todo, acción por parte de las autoridades.
Este no es un caso aislado. Los robos de piezas de bronce en monumentos y espacios públicos han ido en aumento en todo el país. El bronce, un material valioso en el mercado negro, se ha convertido en el objetivo de criminales que no dudan en destruir el patrimonio cultural para obtener ganancias rápidas.
Lo que estos delincuentes parecen no comprender es el daño que causan a nivel material y cómo deterioran el tejido social y cultural de las comunidades que, como la de Puebla, ven cómo sus símbolos son despojados de significado y respeto.