El sacerdote Javier Ávila lamentó que los criminales ya no respeten ni a los curas, considerados gente pacífica, y pidió que los cuerpos de los dos jesuitas asesinados sean entregados.
En entrevista para una estación local de radio, el padre Pato Ávila, como también es conocido en la Tarahumara, narró que otros sacerdotes y miembros de la comunidad pidieron al agresor que no se llevara los cuerpos de sus compañeros.
«Esta persona iba detrás de alguien para quitarle la vida, los sacerdotes salieron a ver qué sucedía cuando le disparó el sujeto armado a quien iba huyendo, que no sé quién era. Uno de los sacerdotes se acercó inmediatamente como sacerdote a prestarle auxilios espirituales, y al momento que le estaba prestando los servicios espirituales, esta persona le disparó y lo victimó.
«El otro sacerdote se acercó al delincuente que lo conoce, lo conoce porque es el líder de esa región, a calmarlo y le dijo ‘cálmate, espérate’ y también lo mató. Llegó otro sacerdote, a él ya lo respetó, no le hizo nada, pero le dijo ‘¿qué hiciste?'», relató.
De acuerdo con lo comentado por los demás jesuitas, dijo el padre Ávila, el sujeto causante de la violencia en la zona, identificado como «El Chueco» iba drogado.
«Según me dicen, iba fuera de sí, drogado, alcoholizado y entonces, le dijo ‘déjame los cuerpos, por favor, no te los lleves’ y le importó muy poco, los aventaron a una camioneta y se los llevaron.
«‘Por favor, mínimo, déjame los cuerpos, no te los lleves», no le hizo caso y los aventó a la Pickup y se los llevaron, describió.
El padre Ávila detalló que, tras la ejecución, en la zona se han montado diversos operativos por personal de seguridad de distintos niveles, en espera de dar con los cuerpos y con el responsable.
«Fue un dolor muy fuerte porque tuvimos que callar. Porque les dijeron ‘si ustedes hablan y hay algún movimiento, vengo por todos ustedes y los mato a todos’. En la noche comenzó a circular eso y fue cuando empezamos a hacer ya comunicados especiales. Hicimos un comunicado especial de parte del superior de los jesuitas de la República Mexicana», señaló.
Por más abrazos, son más los balazos
En la entrevista también reprobó la inseguridad e impunidad en el País.
«Siempre hay zozobra en la gente, gente levantada, gente desaparecida. Esto por más, abrazos entre comillas, que se compartan, son más los balazos que están apareciendo en escena. La impunidad cada vez más descarada y la ineptitud de todas las autoridades de todos los niveles que tienen responsabilidad sobre este tema. Esas impunidades y esas complicidades a mí me preocupan mucho.
«Creo que hay que seguir exigiendo justicia, que la impunidad se acabe, ya estuvo bueno. Estamos hartos, como dice el poeta ‘la pena tizna cuando estalla’ y creo que en muchos niveles de la sociedad ya estalló. Aunque seamos sacerdotes, no somos intocables, antes les decía yo que al sacerdote se le respetaba, parece ser que ya se le comenzó a perder por lo menos ese nivel de respeto.
«Hasta ahorita yo creo que al sacerdote todavía se la había respetado, a la figura del sacerdote se le había respetado en Chihuahua, en Tarahumara, ya no hay eso por lo visto, y bueno, es una gracia de Dios que nos conceda dar la vida por los demás», lamentó.