Una mujer de Alaska ha sobrevivido a un inusual encuentro con un oso. Shannon Stevens se encontraba en la cabaña de su hermano a orillas del lago Chilkat para pasar el fin de semana, cuando de noche tuvo que hacer uso de una letrina cercana. Al sentarse en el retrete, sintió que algo le mordió.
«Entré allí y me senté en el asiento del inodoro, y algo inmediatamente me mordió en el trasero. Salté y grité», contó Shannon citada por la emisora local KTOO.
Inmediatamente apareció su hermano Erik para investigar lo que pasaba. Armado con linterna, Erik levanto la tapa del asiento y vio allí «la cara gigantesca de un oso» que le estaba mirando.
Los hermanos volvieron corriendo a la casita de Erik para curar la herida de Shannom, que estaba sangrando, aunque no resultó ser grave.
«Lo sentí como un pinchazo. Quizás ni siquiera fue un mordisco. Podría haber sido un golpe con su garra», supuso Shannon. «Normalmente cuando estamos fuera en verano o en otoño tengo la costumbre de gritar ‘ey, oso’ durante todo el camino. Pero ahora era invierno y no pensé que hiciera falta», explicó.
Erik Steven cree que el plantígrado se acercó a la zona por el olor a comida y que consiguió internarse en el agujero debajo de la letrina moviendo una roca.
Ambos se quedaron en la casa el resto de la noche y esperaron hasta la mañana para echar un vistazo alrededor. El oso ya no estaba allí, pero pudieron ver en la nieve huellas de su paso por la zona.