¿Recuerdas este objeto? Si naciste en los 70 y 80 seguramente contestaste por lo menos un chismógrafo en la secundaria. Su función y particularidades podrían colocarlo como un antecedente rudimentario de las redes sociales
Cuando se cae y se presentan fallas en WhatsApp, Instagram y Facebook a nivel global generan caos y preocupación, vertidos principalmente como comentarios en la plataforma Twitter, independiente al conglomerado tecnológico de Mark Zuckerberg.
Y es que en una era tecnológica anterior, existió un objeto que seguramente recordarán principalmente los nacidos en los 70, 80 y 90, y que bien podría ser considerado como “el precursor de Facebook”, debido a sus características sociales y funcionalidad.
Se trata del “Chismógrafo”, artefacto popular entre los estudiantes de secundaria y preparatoria, que servía para conocer los secretos, gustos, aficiones, intereses amorosos y otros detalles de sus compañeros del salón y de la escuela en general.
El chismógrafo no era más que un cuaderno forrado y decorado, escrito con preguntas personales directas e indiscretas en cada hoja, con un espacio para las respuestas, gracias a las cuales se desvelaba toda la información de interés para los adolescentes, quienes “rolaban” el cuaderno a todos los compañeros, quienes –cada uno– debían escribir su nombre en la primera hoja y contestar el resto de preguntas en el número asignado.
La temática de las preguntas iba desde los hobbies favoritos, mascotas, música predilecta, película del momento, hasta temas más “censurables” como la sexualidad o consumo de alcohol y drogas. Cuestiones adolescentes como: “¿Quién te gusta del salón?”, “Qué maestro te cae mal?”, “¿A qué país del mundo te gustaría viajar?”, ¿Qué materia crees reprobar?” se leían en sus páginas, e incluso algunas dedicadas “sólo para ellas”: “¿Ya te bajó la regla?”, eran compartidas de persona en persona.
Los chismógrafos fueron muy populares sobre todo entre las chicas, a quienes no sólo les gustaba crear el suyo sino contestar todos los que estuvieran a su alcance, estar presente en un chismógrafo o en varios era un símbolo de popularidad en una época muy distinta donde ésta no se medía por el número de likes o followers.
Por medio de esta herramienta sencilla y naive los adolescentes descubrían esa necesidad de conocerse a sí mismos a través del conocimiento del otro, y al mismo tiempo afirmaban los rasgos de su personalidad. Sin duda, un antecedente “rudimentario” de las redes sociales que suplía esa necesidad de sentirse parte de un grupo social.