Al acudir a un restaurante o bar es común observar el vaso en donde nos van a servir la cerveza. Sin embargo, existen varios factores como las altas temperaturas, textura, sellado y la limpieza del vaso que pueden alterar la composición de la cerveza, ocasionando problemas para su conservación.
De acuerdo con los expertos, el sabor, el olor y el oído son las principales señales para detectar si una cerveza se encuentra en mal estado para su consumo. Según, Lorena Bazán, presidente de Pink Boots Society en España, el oído nos puede indicar si una cerveza está estropeada.
“En una cata sensorial, a veces nos olvidamos de tener en cuenta el oído y para mí es el primer indicador a tener en cuenta para confirmar que lo que nos vamos a beber apetece. Si una cerveza no ‘suena’ al abrirla, debemos atender a otros detalles de calidad: que huela y sepa bien es lo más determinante”, explicó Bazán.
¿Cuáles son los factores que pueden echar a perder una cerveza?
El oxígeno: La entrada de oxígeno produce cambios bruscos en la bebida, sobre todo para las cervezas con mucho lúpulo que son especialmente sensibles a la oxidación, provocando que la bebida no tenga carbonatación o huela a óxido al abrirla.
La luz: La exposición a la luz durante largos periodos, también afecta a la cerveza. De acuerdo con los expertos, otra forma de afectar a la bebida es guardándola de forma horizontal, propiciando partículas de suspensión, alterando el aroma y sabor.
Altas temperaturas: El frío es un factor que aporta al valor del producto, ya que la cerveza se degrada cuando la conservación no es óptima. Aunque los productos bien elaborados suelen resistir las altas temperatura, es mejor conservar las bebidas como la cerveza en lugares fríos para no alterar la fermentación.
Por falta de conocimientos, la mayoría de los consumidores no reconocen cuando una cerveza está echada a perder, por lo que suelen descartar las bebidas que no les gusta por un olor raro o tener mucho o poco gas.