La tormenta tropical Zeta seguía ganando fuerza y se esperaba que alcanzara categoría de huracán el lunes en su avance hacia la Península del Yucatán, una región de México salpicada de balnearios, antes de continuar en un rumbo que podría llevarla a la costa estadounidense del Golfo de México para mediados de semana.
«Zeta» se convirtió el domingo en la 27ma tormenta más temprana de la temporada del Atlántico. El sistema tenía su centro 285 kilómetros (175 millas) al sureste de la isla de Cozumel el lunes por la mañana, según el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos. Mostraba vientos máximos sostenidos de 110 kilómetros (70 millas) por hora.
La tormenta se movía hacia el noroeste a unos 15 km/h (9mph) tras apenas desplazarse durante el fin de semana. Los meteorólogos esperaban que pasara sobre la Península del Yucatán más tarde el lunes antes de dirigirse al Golfo de México y acercarse a la costa estadounidense para el miércoles, aunque podría haberse debilitado para entonces.
Autoridades en el estado mexicano de Quintana Roo, donde se ubican Cancún y otros populares destinos turísticos, señalaron que siguen de cerca la trayectoria de la tormenta. Reportaron la presencia de casi 60.000 turistas en la entidad a media semana. El gobierno estatal indicó que se alistan 71 albergues para turistas o residentes que pudieran necesitarlos.
El gobierno aún reparte ayuda, incluyendo techos de lámina, a residentes de Yucatán afectados por el huracán Delta y la tormenta tropical Gamma a principios de este mes.
La alerta por huracán se amplió para la Península de Yucatán, de Tulum a Dzilam, incluidas Cancún y Cozumel.
Zeta se había quedado sobre un punto el domingo, atrapada entre dos sistemas de altas presiones al este y al oeste, y no podía moverse hacia el norte o sur porque nada se mueve ahí tampoco, dijo el investigador de huracanes Brian McNoldy, de la Universidad de Miami.
Cuando una tormenta queda atascada, puede generar fuertes precipitaciones en un solo lugar, lo que provoca inundaciones en tierra. Eso sucedió con Harvey en Houston en 2017, cuando cayeron más de 150 centímetros (60 pulgadas) de lluvia, y en 2019 sobre las Bahamas, con el huracán Dorian de categoría 5, que significó el peor escenario para una tormenta estacionaria, según Phil Klotzbach, investigador de huracanes de la Universidad Estatal de Colorado.