El ahora ex avión presidencial se ha convertido en una adquisición muy poco rentable para el gobierno de México, ya que entre el costo de comprarlo, adecuarlo y que se trata de un modelo para vuelos de prueba, encontrarle un comprador será una tarea complicada, más aún considerando que ya es una aeronave usada.
En noviembre de 2012, el gobierno del entonces presidente Felipe Calderón firmó un contrato con la empresa estadounidense «The Boeing Company» por 127 millones de dólares, para adquirir una aeronave nueva de transporte estratégico para uso presidencial y del estado mayor, modelo Boeing 787-8, con número de serie 40695.
De acuerdo con una investigación del noticiero En Punto, de Televisa, este avión fue fabricado por Boeing en 2009 y se usó como modelo experimental, de prueba y demostración a sus clientes en todo el mundo.
La empresa Boeing construyó cinco aeronaves 787-8, de experimento, para que sus clientes las usaran.
El contrato señala que se trata de un avión nuevo de configuración básica, con paquete de refacciones de a bordo, equipo de apoyo terrestre, equipo de rampa, equipo de apoyo de motor, repuestos, equipamiento de cabina y sistema de defensa.
La aeronave sería entregada el 30 de junio de 2014, pero al llegar el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, funcionarios de Banobras y Sedena firmaron nuevos contratos por 104 millones de dólares, para realizar modificaciones al avión cuyo costo pasó de 127 a 231 millones de dólares.
Uno de los nuevos contratos es con Boeing, por 23 millones de dólares para la compra de refacciones para la aeronave, equipo que ya se había adquirido.
En diciembre de 2013, el gobierno de Peña Nieto firmó un contrato de 81 millones de dólares con otra empresa para la adquisición del equipamiento de la cabina de la aeronave presidencial.
El documento indica que se instalaron muebles de una sala y una recámara, ambos a la medida por 13 millones de dólares, mientras que los asientos del avión tuvieron un costo de 8 millones de dólares. Por la cocina y sus componentes se pagaron 3 millones de dólares, la tapicería y alfombra del avión salieron en 2 millones de dólares. Las chapas y madera que se usaron: un millón de dólares, mientras que las mesas, puertas, cierres y hardware salieron en otro millón de dólares.
En 2015, el gobierno federal pidió a una consultora especializada en aeronáutica un estudio al avión porque pensaban venderlo, el reporte, del 15 de diciembre de ese año, indica que por tratarse de una aeronave que fue fabricada por Boeing para vuelos de prueba, tendría un mercado muy limitado, debido a que muchas aerolíneas no estarían interesadas en incluir un avión «atípico» en sus flotillas.